LA CIUDAD DE LOS DULCES MÁGICOS
En una ciudad muy lejana vivían dos hermanos, un niño y una niña. El niño que tan solo tenía 10 años, era muy amable e inteligente y la niña tenía 11 años era sincera y listo. A los hermanos les gustaba mucho el chocolate y muchos tipos de dulces. Comían dulces a cualquier hora del día, hasta soñaban con éllo.
La historia comienza una mañana de invierno cuando se levantaron los dos hermanos. Sentían una sensación muy rara, olía a dulces por todas partes. Cuando miraron por la ventana, de repente vieron que todo estaba hecho de chocolate y dulces. Se miraron a la cara y...
-¡Esto es el paraíso!- dijeron los dos a la vez. Rápidamente bajaron a la calle. Había un montón de cosas que les sorprendieron: fuentes de chocolate, lluvia de caramelo, muchos dulces.... Visitaron todo pero todavía les quedaba un sitio por visitar la fábrica de los dulces.Cuando entraron a la fábrica inesperadamente se encontraron con un hombre que se llamaba Marcus Cake, el que les guiaba en todo. Había muchas cosas, por ejemplo: La sala de los dulces, la sala de invenciones, el ascensor de cristal también había caramelo eterno.... Era todo muy bonito. El lugar que más les gustó fue la sala de los dulces. Visitaron todo pero todavía les quedaba un sitio que nadie lo suele visitar que era una sala prohibida.
-¿Esa sala es interesante?- Dijo el niño. Marcus respondió con un rotundo SÍ. Siguieron caminando hasta que llegaron a su destino.
-Esta vez no iré con vosotros- Dijo Marcus Los hermanos sin pensarlo entraron. Había muchas cosas como una fuente de chocolate, tabletas de chicle mágico, caramelos… Ellos estaban tan centrados en todo lo que había que no se dieron cuenta de que no había salida, pero al poco tiempo consiguieron darse cuenta. Estaban un poco preocupados pero uno de los hermanos dijo: -Seguramente haya una salida cerca, sigamos caminando-
De pronto se toparon con un ascensor de cristal donde ponía que te llevaba a una Sala de invenciones. Decidieron subir. En la sala de invenciones había demasiadas cosas chulas pero ninguna puerta de salida. Los dos gritaron: -¡MARCUS CAKE!- -¿DONDE ESTÁS?- Nadie contestaba -Seguramente haya una salida- Dijo la niña
Vieron una puerta y sin pensarlo corrieron hacia ella, la abrieron y no había nada, era como un armario vacío. Marcus Cake preparó esa sala como sala de escape.
En el suelo inesperadamente había un papel donde ponía: la salida cerca estará si un chicle mágico te comerás. El niño eligió el de fresa y la niña el de menta. Empezaron a masticar cada vez más y por arte de magia les llevó hasta la puerta de salida. Salieron muy rápido allí fuera estaba Marcus Cake esperandolos
-La aventura que habéis vivido no es una cualquiera, es una aventura mágica llena de dulces- Dijo Marcus. A los niños no les gustó despedirse pero lo tuvieron que hacer. Ahora no se arrepienten de haber entrado en la sala prohibida. Se despidieron. Los niños se fueron para casa.
-Me gustaría repetir otra vez la aventura- Dijo la niña.
Y FUERON FELICES Y COMIERON PERDICES
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